25 octubre 2006

Windows MacLeod, El Que Nunca Se Apaga

El que nunca se apaga... salvo por voluntad propia o "accidente" de las aplicaciones, quiero decir (jeje). Bueno, iré al grano, no sin antes prevenir de lo de siempre:


 BREVE INCISO PARA UNA PREGUNTA IMPORTANTE, Y SU RESPUESTA:   

Pregunta.- ¿Puedo cagarla trasteando con esto?
Respuesta.- Sí.



Y dicho lo dicho, prosigo proponiendo un sencillo ejercicio para que los noveles más atrevidos pongáis en peligro la salud de vuestros ordenadores...


Abre el registro de Windows y busca esta clave:


HKEY_CURRENT_USER\Software\Microsoft\Windows\ CurrentVersion\Policies\Explorer
(D.Micro$oft se reserva el derecho a llamar a sus claves como le dé la gana en las distintas versiones de sus productos, advierto.)

La diversión empieza cuando, bajo ella, creas un valor llamado NoClose de tipo DWORD (REG_DWORD), al que darás valor 1 si quieres deshabilitar el comando Apagar el sistema, o 0 (cero) si quieres volver a habilitarlo. Sí, lo has leído bien: estos valores sirven para habilitar o deshabilitar la opción Apagar Sistema.


Por supuesto, la diversión aumenta cuando, en lugar de la clave anterior, usas esta otra:


HKEY_LOCAL_MACHINE\Software\Microsoft\Windows\ CurrentVersion\Policies\Explorer

Con la primera estamos impidiendo que el usuario con el que hemos entrado en el sistema pueda apagarlo, pero con esta última se lo impedimos a todos los usuarios.


Ahora bien, ¿cuál es la razón de la existencia de esta variable en el siempre sorprendente y muy desconocido registro de Windows? Existen varias teorías.


Una primera teoría data su origen en la época en que John F. Hopkins, empleado de la compañía, cada día apagaba su ordenador y salía corriendo, como llevado por el mismísimo diablo, para poder llegar a tiempo de tomar el autobús que le llevaba a la pequeña villa donde residía, a unas 50 millas de su lugar de trabajo. Sus colegas del "Developers Team" decidieron que podría ser gracioso que, a la hora de marchar, John tuviese alguna dificultad imprevista que le retrasase. Todos hemos visto el vídeo por Internet en el que John, en su cubículo, destroza el ordenador al ver desesperado, un día más, que la opción de Apagar el sistema ha "desaparecido". Tantas fueron las risas que de aquello se hicieron, que sus encantadores e ingeniosos compañeros decidieron que esa variable quedara ahí para siempre.


Otra teoría apunta a que fue el mismísimo Presidente de los EE.UU. quien sugirió que sería interesante el poder introducir este tipo de dificultades en los sistemas operativos. Se conseguía, de este modo, que las becarias acudiesen frecuentemente a sus superiores en busca de ayuda, fomentándose la tan beneficiosa comunicación vertical en las organizaciones. Y como donde hay patrón no manda marinero, fue dicho y hecho.


Pero la teoría con más adeptos es la basada en la conjetura de Nobitch-Hellman, según la cual existen informáticos (al menos uno) cuya edad mental está acotada inferiormente por la llamada edad adolescente (también llamada edad del pavo o, más recientemente, de la gallina). De demostrarse esta teoría, un corolario inmediato sería que existen ciertos elementos informáticos con bases o aplicaciones serias y moral e intelectualmente aceptables. Alineándose con esta línea argumental, algunos proponen el ejemplo siguiente.


Existen entornos en los que no es conveniente que la máquina pueda ser apagada por cualquier usuario, como pueden ser aquellos en los que se está ejecutando software de seguridad o de control, que debe estar permanentemente activo. Sea, por ejemplo, el caso de un grabador digital. Un grabador digital es, en esencia (suelen hacer muchas más cosas), un programilla que recoge las imágenes de una cámara (de seguridad) y las guarda. Está claro que si en el ordenador tenemos uno de estos, NO nos convendrá que cualquier usuario nos lo pueda apagar; porque si nos lo apagan nos quedamos sin cámaras, y eso NO es bueno.



Por supuesto, si lo que queremos es impedir que cualquier usuario nos pueda apagar el ordenador, lo primero que hemos de procurar para ello es restringir el acceso al botón de apagado, el cable de la corriente, la placa madre y todas esas tonterías con las que tan fácilmente se pueda hacer que el ordenata haga ¡puf! Es decir, en nuestro ejemplo dejaremos en la garita del guarda (oficina de seguridad en los sitios finos) el monitor, el teclado y el ratón, como mucho. El resto estará al otro lado de alguna pared en alguna sala de mayor seguridad y acceso más restringido.



Pero, ¿basta con eso? Pues evidentemente no: no hemos bloqueado el acceso al registro, ni a la consola de comandos, ni... De todos modos, si te gustan los juegos de atacante y defensor, aquí tienes uno bien chulo. Cuando creas que tienes todo bien atado (si es que haces de defensor), únicamente te faltará un buen atacante. Si quieres ahorrarte las perrillas que te costaría uno de pago, puedes apañártelas muy bien buscando un aragonés en la red, que los habemos en abundancia. Escoge uno que sepa de informática: lo distinguirás por el cachirulo negro con la calavera (opcional) y porque pulsa flojo las teclas. Ponlo delante de tu equipo y espétale bien tieso y con las manos apoyadas en las caderas:


¡Á-QUÉ-NÓ-MÁ-PÁ-GÁS-É-LÓR-DÉ-NÁ-DÓR!
(Como es bien sabido, los maños siempre acentuamos todas las sílabas, pero especialmente cuando retamos a algo.)




¿Te gusta... computar?


¿Te gusta... competir?


¡Suerte con el maño, pues!

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