31 octubre 2006

La puerta al lado oscuro de las windows

Al "lado oscuro de las güindous", que es como a mí me gusta llamar a la ventana negra de la familia: la consola de Windows, también conocida como intérprete de comandos, símbolo del sistema o ventana de MS-DOS.


Muchos son los nombres pero solo uno el llamado. Y antes de que nadie me tire piedras por alguna de estas denominaciones, permítaseme alegar que yo solo me responsabilizo del primero, que los otros se los puso el padre de la criatura.

Se llame como se llame la cosita, lo cierto es que la consola nos da acceso a una serie de comandos, facilidades, utilidades... im-pres-cin-di-bles. Puedo prometer y prometo que yo esta cosa la uso a saco; más que nada por poder hacer varias cosillas más rápidamente que con el Explorer, o simplemente por poder hacer otras cosillas sin tener que instalarme otros programillas innecesarios. ¿Recordáis, por ejemplo, lo útil que podía llegar a ser el comando findstr? ¡Pues tengo muchos más ejemplos, sus lo juro!



Peeeero (todo tiene algún pero), una vez que le empiezas a pillar el gustillo a esto de la consola, y la empiezas a usar a saco, empiezas a sufrir la Ley de Faraway, según la cual la ventana de MS-DOS siempre se abrirá en una carpeta distinta y lejana a la que tú quieres llegar. ¡Compruébalo ahora! Piensa una carpeta, vete a Inicio/Ejecutar..., escribe cmd (command en los viejos win9x), acepta y... No era esa, ¿eh? ¡A que no! Nunca se acierta: nun-ca.



Así que si lo que querías era trabajar con carpetas o archivos, lo primero que te tocará es un penoso peregrinar hasta la carpeta de destino: cd.. a la carpeta de arriba, cd a la carpeta tal, cd a la carpeta cual... Caminante no hay camino, se hace el camino al cambiar. ¡Ele mi arte!



Claro que... con tanto cd para arriba y cd para abajo, como te cobren el canon también por estos, no vas a poder pagar ni empeñando la Promesa de Lesotho. Don't worry, be happy! Hay un par de truquillos que te pueden aliviar la agonía.



Para el primero de ellos, solo necesitas unos cuantos dedos (pocos) repartidos entre ambas manos y con la suficiente coordinación entre ellos como para poder hacer un "arrastrar y soltar" (drag & drop, oh, yeah!) entre ventanas. La idea es la siguiente. ¿Se puede cambiar de la carpeta de partida a la carpeta de destino en un solo paso? Sí, escribiendo cd carpetadestino, donde "carpetadestino" es la carpeta de destino escrita con su ruta completa. Esta ruta puede ser muy larga, con lo que no ganaríamos nada, así que, ¿se puede evitar tener que escribir la ruta completa? Sí, arrastrando la carpeta de destino desde la ventana del Explorer hasta la ventana del MS-DOS. E voilà!


Para el segundo necesitarás haber entrado en el lado oscuro a través de cmd, y no de command. Se trata de autocompletar los nombres de las carpetas con la tecla de tabulación. Si te has movido en algún linux o similar, esto te resultará familiar; pero si eres de windows hasta la mismísima médula tendrás que probarlo: escribe cd, espacio, las primeras letras de la carpeta a la que quieres cambiar, y pulsa la tecla de tabulación. ¿Has visto? Chuli, ¿eh?


Ahora que, en realidad, lo bueno hubiera sido evitar el efecto Faraway obligando a la ventana de MS-DOS a que se abriese en la carpeta que nosotros hubiéramos querido. Porque si hay que cambiar de carpeta, se cambia; pero cambiar por cambiar, es tontería. ¿Se puede esto? Esto se puede. Para que la ventana se abra siempre en una carpeta determinada, basta con modificar el acceso directo al símbolo del sistema (botón derecho, propiedades...), y ya está.


Ahora que, en realidad, lo bueno sería abrir la ventana en la carpeta que cada vez nos interesara. ¿Se puede esto? Esto se puede. Y vamos a ver dos soluciones.



1. La vía del Ser Supremo (The Friqui Way)


Abre el registro (Inicio/Ejecutar... 'regedit') y bajo la clave crea una nueva clave llamada puertaladoscuro, o como te parezca bien llamarla. Usa también tu imaginación para darle un valor por defecto (Predeterminado): Abrir puerta al lado &oscuro, o como te parezca. Este es el texto que verás en el menú contextual, así que mejor que no pongas un simple Abrir o la liaremos.


Sí, efectivamente, esta es una de las formas de cambiar en el explorador un "Abrir fichero" por un "Borrar fichero" de forma transparente para el usuario: una fuente inagotable de simpáticas bromas que te proporcionarán risas sin fin hasta que un mendigo encuentre tu cuerpo sin vida en un callejón oscuro.

Lo del & es para ser finos: indica la letrilla de comando, esa que junto con Alt te permite atajar con el teclado.


Bien, ahora crea, bajo la recién creada clave (HKEY_CLASSES_ROOT/Folder/shell/puertaladoscuro), otra nueva clave llamada command. A esta dale como valor por defecto (Predeterminado): cmd.exe /k cd %1, o C:\windows\command.com /K cd %1 si es que estás en un viejo win9x. Es decir, usa cmd siempre que puedas, o command en su defecto. Tal vez necesites ponerle la ruta completa para que el sistema lo encuentre (C:\windows\command.com, C:\windows\system\cmd.exe,...). Y el significado de los argumentos que le pasas, y otras opciones, lo podrías consultar en la propia ayuda del intérprete de comandos: el /K hace que el intérprete ejecute el comando que le sigue (en este caso cd a la carpeta dada) y que se mantenga activo después.


Una vez hecho esto, vete al Explorador de Windows. Comprobarás que en el menú contextual que te aparece al pulsar con el botón derecho sobre una carpeta, se encuentra ahora la opción "Abrir puerta al lado oscuro", o como quiera que la hayas llamado. Si la escoges, se abrirá la ventana de MS-DOS en esa carpeta.



2. La vía del mediano (Our Way)


Vamos a hacer lo mismo pero sin tocar directamente el registro, como si todavía fuésemos personas humanas.


Sin meternos en sitios raros, desde el mismo Explorador de Windows, nos vamos a "Opciones de carpeta...". Esto en XP debería estar en el menú "Herramientas" y en win9x en el menú "Ver". Si no lo encuentras, pregunta al padre de la criatura dónde lo ha puesto en tu sistema. Cuando lo hayas encontrado, métete en la pestaña "Tipos de archivo", y selecciona el tipo "Carpeta". Aquí hay que editar el tipo y, nuevamente, quizás tengas que averiguar cómo se hace en tu sistema. En XP se hace dándole al botón "Opciones avanzadas" y luego al botón "Nuevo". En win98 se hacía dándole directamente al botón "Edición..." y luego "Nueva...".


Ahora estás editando la nueva acción. En Acción escribe el nombre que le quieras dar a la acción (Abrir puerta al lado &oscuro). En Aplicación utilizada para realizar la acción escribe lo de antes (C:\Windows\system32\cmd.exe /k cd %1, o similar). Puedes usar el botón "Examinar..." para ayudarte a escoger el programa, lo que incluirá cómodamente la ruta, sin errores. Recuerdo el consejo: en XP no escojas command sino cmd.


El cmd.exe es el descendiente del interfaz de comandos de Windows NT, mientras que el command.com es una aplicación de 16-bit que se mantiene ahí por razones de compatibilidad. Los comandos introducidos en command.com se pasan al cmd.exe para que sea este quien los ejecute. (Si no me crees, ejecuta comandos en command.com y mira en el administrador de tareas: verás como, en realidad, es cmd.exe quien las está ejecutando.)

Bien, pues hecho esto, como antes, puedes ir al Explorador de Windows y disfrutar de tu nueva puerta al lado oscuro en el menú contextual, que te llevará directamente allí donde tú deseas.

25 octubre 2006

Windows MacLeod, El Que Nunca Se Apaga

El que nunca se apaga... salvo por voluntad propia o "accidente" de las aplicaciones, quiero decir (jeje). Bueno, iré al grano, no sin antes prevenir de lo de siempre:


 BREVE INCISO PARA UNA PREGUNTA IMPORTANTE, Y SU RESPUESTA:   

Pregunta.- ¿Puedo cagarla trasteando con esto?
Respuesta.- Sí.



Y dicho lo dicho, prosigo proponiendo un sencillo ejercicio para que los noveles más atrevidos pongáis en peligro la salud de vuestros ordenadores...


Abre el registro de Windows y busca esta clave:


HKEY_CURRENT_USER\Software\Microsoft\Windows\ CurrentVersion\Policies\Explorer
(D.Micro$oft se reserva el derecho a llamar a sus claves como le dé la gana en las distintas versiones de sus productos, advierto.)

La diversión empieza cuando, bajo ella, creas un valor llamado NoClose de tipo DWORD (REG_DWORD), al que darás valor 1 si quieres deshabilitar el comando Apagar el sistema, o 0 (cero) si quieres volver a habilitarlo. Sí, lo has leído bien: estos valores sirven para habilitar o deshabilitar la opción Apagar Sistema.


Por supuesto, la diversión aumenta cuando, en lugar de la clave anterior, usas esta otra:


HKEY_LOCAL_MACHINE\Software\Microsoft\Windows\ CurrentVersion\Policies\Explorer

Con la primera estamos impidiendo que el usuario con el que hemos entrado en el sistema pueda apagarlo, pero con esta última se lo impedimos a todos los usuarios.


Ahora bien, ¿cuál es la razón de la existencia de esta variable en el siempre sorprendente y muy desconocido registro de Windows? Existen varias teorías.


Una primera teoría data su origen en la época en que John F. Hopkins, empleado de la compañía, cada día apagaba su ordenador y salía corriendo, como llevado por el mismísimo diablo, para poder llegar a tiempo de tomar el autobús que le llevaba a la pequeña villa donde residía, a unas 50 millas de su lugar de trabajo. Sus colegas del "Developers Team" decidieron que podría ser gracioso que, a la hora de marchar, John tuviese alguna dificultad imprevista que le retrasase. Todos hemos visto el vídeo por Internet en el que John, en su cubículo, destroza el ordenador al ver desesperado, un día más, que la opción de Apagar el sistema ha "desaparecido". Tantas fueron las risas que de aquello se hicieron, que sus encantadores e ingeniosos compañeros decidieron que esa variable quedara ahí para siempre.


Otra teoría apunta a que fue el mismísimo Presidente de los EE.UU. quien sugirió que sería interesante el poder introducir este tipo de dificultades en los sistemas operativos. Se conseguía, de este modo, que las becarias acudiesen frecuentemente a sus superiores en busca de ayuda, fomentándose la tan beneficiosa comunicación vertical en las organizaciones. Y como donde hay patrón no manda marinero, fue dicho y hecho.


Pero la teoría con más adeptos es la basada en la conjetura de Nobitch-Hellman, según la cual existen informáticos (al menos uno) cuya edad mental está acotada inferiormente por la llamada edad adolescente (también llamada edad del pavo o, más recientemente, de la gallina). De demostrarse esta teoría, un corolario inmediato sería que existen ciertos elementos informáticos con bases o aplicaciones serias y moral e intelectualmente aceptables. Alineándose con esta línea argumental, algunos proponen el ejemplo siguiente.


Existen entornos en los que no es conveniente que la máquina pueda ser apagada por cualquier usuario, como pueden ser aquellos en los que se está ejecutando software de seguridad o de control, que debe estar permanentemente activo. Sea, por ejemplo, el caso de un grabador digital. Un grabador digital es, en esencia (suelen hacer muchas más cosas), un programilla que recoge las imágenes de una cámara (de seguridad) y las guarda. Está claro que si en el ordenador tenemos uno de estos, NO nos convendrá que cualquier usuario nos lo pueda apagar; porque si nos lo apagan nos quedamos sin cámaras, y eso NO es bueno.



Por supuesto, si lo que queremos es impedir que cualquier usuario nos pueda apagar el ordenador, lo primero que hemos de procurar para ello es restringir el acceso al botón de apagado, el cable de la corriente, la placa madre y todas esas tonterías con las que tan fácilmente se pueda hacer que el ordenata haga ¡puf! Es decir, en nuestro ejemplo dejaremos en la garita del guarda (oficina de seguridad en los sitios finos) el monitor, el teclado y el ratón, como mucho. El resto estará al otro lado de alguna pared en alguna sala de mayor seguridad y acceso más restringido.



Pero, ¿basta con eso? Pues evidentemente no: no hemos bloqueado el acceso al registro, ni a la consola de comandos, ni... De todos modos, si te gustan los juegos de atacante y defensor, aquí tienes uno bien chulo. Cuando creas que tienes todo bien atado (si es que haces de defensor), únicamente te faltará un buen atacante. Si quieres ahorrarte las perrillas que te costaría uno de pago, puedes apañártelas muy bien buscando un aragonés en la red, que los habemos en abundancia. Escoge uno que sepa de informática: lo distinguirás por el cachirulo negro con la calavera (opcional) y porque pulsa flojo las teclas. Ponlo delante de tu equipo y espétale bien tieso y con las manos apoyadas en las caderas:


¡Á-QUÉ-NÓ-MÁ-PÁ-GÁS-É-LÓR-DÉ-NÁ-DÓR!
(Como es bien sabido, los maños siempre acentuamos todas las sílabas, pero especialmente cuando retamos a algo.)




¿Te gusta... computar?


¿Te gusta... competir?


¡Suerte con el maño, pues!

10 octubre 2006

Google: Buscando desesperadamente a Blancaleches

En la pantalla de mi ordenador está él: Google, el Gran Buscador. Frente a él, mirándole fijamente, estoy yo: una avezada máquina internáutica con cientos o miles o millones de horas de experiencia en computación, al que todo el mundo califica con un MH (de Muy Hacker). Tengo que buscarle el cuento a mi sobrinilla. Las búsquedas en Google no tienen secretos para mí, pero de cuentos ando más bien flojillo. Sé que el que busco se titulaba "Blancaleches y los nosecuantos enanitos". No recuerdo ni cuántos eran exactamente los malditos enanitos, ni cómo se llamaba exactamente la fulana (con perdón). ¿Qué haría un lego con estos datos? Buscaría "enanitos", que es el único término seguro que tenemos. A ver, a ver...


enanitos


Resultado (¡compruébalo!): demasiados enanitos. Bien, pues aquí voy yo, el animal computés. Probemos con el nombre propio, que seguro que va mejor. ¿Qué hago cuando quiero encontrar en mi máquina un archivo cuyo nombre empieza por "Blanca" pero no sé cómo termina? ¡Busco "Blanca*"! Yastá, pues en Google será igual, di-go-yo. Así que probaré...


Blanca*


Resultado: ¡Uh, oh, pues el reyecito de las computadoras parece que ha caído patas arriba...!


Resulta que Google no soporta el "stemming", que es como llamamos los MH a la capacidad de usar un comodín en lugar de partes de un término en una búsqueda. ¿Estamos perdidos? ¿No nos queda otro remedio que sumergirnos en la vorágine de enanitos que nos ofrece la primera búsqueda?


Tachánnnnn, tachínnnnnn, pí-pí-pí (musiquilla de gran tensión in crescendo de las películas de miedo)

Que noooo, tranquiii... Google admite asteriscos como parte de una consulta; pero el significado que les atribuye no es el de parte de una palabra, sino el de una palabra completa. Es decir, que si buscamos "las * rojas", obtendremos todas las páginas que contengan "las cajas rojas", "las zapatillas rojas", "las moras rojas"...


Así, si sabemos que son "los nosecuantos enanitos", aun sin saber cuántos exactamente, podemos consultar:


"los * enanitos"


De este modo tan sencillo, hemos refinado nuestra búsqueda, obteniendo unos resultados incomparablemente mejores que los de la primera consulta: entre los primeros resultados obtenemos las referencias a "Blancanieves y los siete enanitos" que andábamos buscando.


Prueba a aplicar esta técnica a nuestro viejo problema de "Entre nosedonde y Valdemoro":


"entre * y Valdemoro"


¡Pinto! :)


¡Ah, y podemos tener varias palabras indeterminadas en la misma consulta! Es decir, podemos sustituir por un asterisco todas las palabras de las que dudemos en una frase "exacta". Así, si no recordamos exactamente qué era aquello que decía el griego aquel que no tenían destino, podemos buscar:


"Los * no tienen destino"


¡Los espíritus vulgares! Los espíritus vulgares no tienen destino, según Platón.

04 octubre 2006

Y tú, ¿vas de Mahoma o vas de Montaña?

Los favoritos... ¡qué gran invento!

Tú vas navegando por Internet y te topas de bruces con una página que no conocías y que te resulta agradable, interesante o simplemente imprescindible. No quiero olvidarla - te dices, mientras la agregas a "tus favoritos" pensando en volver a visitarla de cuando en cuando para ver las novedades que vayan poniendo. Peeero resulta que esto está muy bien... ¡mientras puedas contar tus favoritos con los dedos de una mano! Por que, ¿qué es lo que pasa cuando empiezan a crecer tus favoritos?


Imagina la situación:

8:30. Comienza mi jornada laboral. Antes de nada, miro mi correo. 8:45. Ningún correo importante. Bueno, antes de empezar con este trabajillo que tengo pendiente, voy a echar un vistazo rápido por Internet, a ver si hay alguna novedad interesante. Repaso mis favoritos: 237 enlaces a sitios web cuidadosamente seleccionados entre los cientos de miles de sitios web interesantes que se encuentran en la red. Apenas dos o tres novedades. ¡Huy, qué tarde! ¡Pues si ya es hora de irme a casa! ¡Si es que una jornada laboral de solo ocho horas no da para nada!


Esta pérdida de tiempo, diaria u ocasional, puede parecer frívola e innecesaria pero, en general, no lo es. De hecho, en ciertas circunstancias, es imprescindible. Si estoy en desempleo, por ejemplo, o si quiero mejorar el empleo que ya tengo, lo primero que haré será buscar una colección de sitios web de esos con ofertas. Además, bueno será que me pase por las web de unos cuantos ayuntamientos, diputaciones, ministerios e institutos de fomento a echar un vistazo a la oferta de empleo público. De estas páginas, por cierto, puedo estar también interesado en los anuncios de cursos, concursos, licitaciones, subvenciones y cualquier martingala que me pudiera ayudar a buscarme la vida por mi cuenta y riesgo.


Ahora, ¿qué hago? ¿Me paseo toooodos los días, a golpe de ratón, lenta descarga y penosa navegación, por tooodas y cada una de esas páginas? Además, está el problema de que la mayoría de esas páginas no van a tener ninguna novedad, con lo que el esfuerzo va a haber sido en balde. Aunque tengas todo el tiempo del mundo para perderlo, hay que ser muy organizadito y muy constante para estar tooooodos los sannnnntos días del año visitando una página en la que encontrarás una oferta de empleo público al año, una subvención cada nosecuanto o...


La primera solución a este problema surge con las listas de correo: muchos sitios web te ofrecen la posibilidad de suscribirte a sus boletines o a las listas que te interesen. Así puedes ir a la página web del Gobierno de Aragón y te suscribes a la lista de empleo, a la de las subvenciones o a las que te interesen. A partir de entonces, puedes dejar de ir todos los días a las montañas, que estas comenzarán a llegar cómoda y puntualmente a tu correo.


El blog PCSofia implementa esta posibilidad a través del grupo PCSofia, al que puedes suscribirte si quieres recibir su boletín.

Una variante de esta opción son las llamadas alertas o alarmas: tú te apuntas a las que quieras, y te mandan un correo cuando suceden. Google tiene un bonito servicio de alertas que te permite estar muy al loro, cómodamente, de los temas que te interesen; y muchos sitios web te proporcionan estos servicios.


Pero hay una segunda solución, más modernita, que es todavía mejor: ¿has oído hablar de los feeds, el RSS, el Atom o la sindicación de contenidos?


(Este es el momento perfecto para que los señores de la Wikipedia inserten aquí su publicidad, dirigida a los que hayan respondido que NO a la pregunta anterior.)

Bien, pues la idea es la siguiente:

Los sitios web que proporcionan este servicio, publican bajo estos estándares todas las novedades del sitio. Luego, los señores internautas (o sea, tú) usan unos programas, llamados genéricamente agregadores, que lo que hacen es irse a los sitios que sean del interés de los señores internautas (o sea, de tu interés), leer los feeds y presentárselos a los señores internautas (o sea, a tí) ante sus ojos; todo ello mientras los señores internautas (o sea, tú) mantienen ambas manos entrecruzadas tras la nuca y los pies encima de la mesa si el jefe o el decoro lo permiten.


¿Y cómo se consigue tan maravillosa cosa? ¡Veámoslo con un par de ejemplos!


Bloglines


En este primer ejemplo vamos a sindicar un blog en un agregador web (on-line): esta es la opción ideal para "cibernómadas", pues no necesita tener ningún software instalado (salvo el navegador) y será accesible desde cualquier sitio (desde la propia casa, la casa de un amigo, el trabajo, la universidad, un cibercafé...).


Sigue estos sencillos pasos:



  1. Abre tu navegador y vete a www.bloglines.com.

  2. Vete a 'Subscribe'.

  3. Regístrate o créate una cuenta en 'creating an account' si todavía no la tienes. Es gratis. Pon tu dirección de correo y una clave difícil de olvidar (salmahayek, españamalta121, password...), ya sabes.

  4. La primera vez que usas el servicio, una especie de asistente te pide un 'Blog or Feed URL'. Escribe simplemente 'pcsofia.blogspot.com' y pulsa 'subscribe'. Te mostrará los datos blablabla; vuelve a pulsar 'subscribe' para confirmar.

  5. Completado el proceso, desde la pestaña 'My Feeds' tendrás acceso a todas tus suscripciones, y podrás añadir, borrar, organizar...


¡Y ya está! Tras estos sencillos pasos (o algunos similares si los señores amos de Bloglines han satisfecho sus deseos de alterarlos), cada vez que entres en esta página podrás ver las novedades que ha habido en PCSofía. Si das de alta más sitios de tu interés, cada vez que entres podrás ver las novedades de todos ellos. Cómodo y útil, ¿no?


Thunderbird


En este segundo ejemplo vamos a sindicar el mismo blog en nuestro programa favorito para la gestión del correo electrónico (Thunderbird): esta es la opción ideal si accedes siempre a Internet desde el mismo ordenador y deseas ahorrarte el paso de ir a la página del agregador (pues los contenidos sindicados bajarán a la par que tu correo electrónico).


Sigue estos sencillos pasos:



  1. Mira en el panel 'Carpetas' y selecciona 'News & Blogs'. (Si no lo ves, lee el párrafo siguiente.)

  2. Escoge 'Hilos RSS y blogs'.

  3. En 'Administrar suscripciones', añade la URL del hilo.


Para llegar hasta aquí probablemente habrás tenido un par de dificultades: encontrar 'News & Blogs', y saber cuál es la URL que debes escribir en el último paso.


Para que aparezca 'News & Blogs' (si todavía no lo tienes), debes crear una cuenta nueva y elegir como tipo 'RSS News & Blogs' (no 'Cuenta de correo electrónico', ni 'Cuenta de noticias').


Para saber cual es la URL de un sitio que te interese sindicar, debes buscar en la página algún icono, botón o enlace que ponga algo así como 'RSS', 'Atom', 'Feed' o similar. Pulsándolo te llevará a una página bastante fea, de texto embebido entre unas palabrillas escritas entre angulitos (el XML es así, como también ocurre en el mundo del fútbol). Bien, pues la URL que ahora hay en la barra de direcciones, ESA es la que tienes que copiar como URL del feed.


En el caso de nuestro blog ejemplo, en la página del blog PCSofía, si miras en la parte baja de la sección a la derecha, verás un botón que pone 'atom FEED'. Pulsándolo irás a una página cuya dirección es: http://pcsofia.blogspot.com/atom.xml. Bien, pues esa es la dirección que debes usar para realizar la suscripción.


Si has superado con éxito estas pequeñas dificultades estarás ya en la privilegiada elite de los cybermodernos y, a partir de hoy, no tendrás que acudir más cada X tiempo a este blog para comprobar que los tipos que escriben en él trabajan menos que el sastre de Tarzán y que tus ciberviajes son baldíos; por el contrario, si estos señores se dignan a escribir, te enterarás cómoda y puntualmente a la par que ojeas tus otras suscripciones (a otros sitios que SÍ publican con la frecuencia debida).